El mensaje del libro de Amós es en
conjunto claro y orgánico, no lo es tanto en su disposición. El Señor es el
león que ruge antes de hacer presa, y el profeta es la voz de su rugido (3,4.8)
que denuncia delitos e invita a la conversión; si ésta no llega, el león hará
presa (3,12; 5,19). El enemigo externo atacará a Israel en una secuencia de devastación,
ruina, muerte y deportación.
El juicio de Dios comenzará por los
pueblos circundantes (1,3-2,3), pasará a Judá (2,4s) y culminará en Israel
(2,6-16). La injusticia vicia el culto legítimo, la idolatría lo corrompe. La
clase alta y el pueblo piensan que pueden continuar con sus injusticias
evitando sus consecuencias: sea con prácticas cúlticas (5,21-23), sea con las
riquezas y las fortificaciones (6,1), sea sobre todo con un supuesto "día
del Señor" en que el Señor será propicio a su pueblo. Ese día llegará,
pero será funesto (5,17s); el Señor pasará, pero castigando (5,16s); la
elección redoblará la responsabilidad (3,2), y el encuentro con Dios será
terrible (4,12).
Amós ataca el lujo de los ricos por
lo que tiene de inconsciencia y falta de solidaridad (6,4-6); además porque
muchas riquezas han sido adquiridas explotando a los pobres (4,1; 5,11). Ataca
las devotas y frecuentes peregrinaciones que no inciden en la vida. Denuncia la
ilusión del pueblo que se siente seguro porque elegido de Dios y sacado de
Egipto.
Como el pueblo no ha escarmentado
con una serie de castigos (4,6-11), se llegará a un juicio definitivo, de
hambre y sed, luto y duelo (8,9-14); pero, después de castigar a los pecadores
(9,8.10), llegará la restauración (9,11-15). Así termina en tonalidad de
esperanza un libro lleno de vibrantes denuncias.
El material del libro se reparte de
manera ordenada, señalada por comienzos anafóricos: 1-2 oráculos contra las
naciones; 3-6; 8,4-14; 9,7-10 oráculos contra Israel; 4,13; 5,8; 9,5s
fragmentos de un himno; 7,1-8,2; 9,1-4 cinco visiones; 9,11-15 oráculos de
salvación.
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